Los adultos obligamos a los niños a compartir bajo la sentencia, ¡hay que compartir!. Esto no solo es erróneo, sino que es peligroso.
¿Te sorprende? tanto si es así como si llevas tiempo reflexionando sobre el tema, aquí te explico porqué no debemos obligarles a compartir y porqué uso la palabra peligroso.
Para empezar, aunque estoy segura de que todos habéis vivido situaciones similares, vamos a ponernos en situación con estos tres ejemplos:
Martín llega al cole con su cohete nuevo que le han regalado el fin de semana. Sara, su amiga, ve el cohete y va directa hacia él. Con gesto firme le intenta arrebatar su cohete, pero Martín se resiste y entonces empiezan a pelearse. En ese momento un adulto se acerca y mientras le quita el cohete a Martín, le dice, «¡hay que compartir!, ¡déjaselo un rato que tu ya lo tienes todo el día!», y le da el cohete a Sara al mismo tiempo que cambia la mirada y se va.
Clara está en el parque y come nueces que sus papás le han puesto en un botecito con tapa azul. Su prima Elena le pide unas pocas, pero a Clara se le había caído el bocadillo y es lo único que le queda de merienda, así que decide decirle que no. Elena va hacia el adulto quejándose de que Clara no le da nueces, así que éste se levanta del banco y se dirige hacia Clara, mira la cantidad de nueces que le quedan, coge el bote y dice «¡Clara cariño, tienes suficientes nueces para darle a tu prima, mira!», coge un puñado y mostrándoselo a Clara se las da a Elena mientras sentencia con tono firme, «¡hay que compartir!».
Pablo y David son hermanos y están en la cola del supermercado con sus padres. Mientras esperan, David encuentra en el bolsillo de su chaqueta un spinner y se pone a jugar con él. Pablo lo ve y todo entusiasmado por jugar, se lo quita rápidamente y mientras lo hace girar dice «¡mira, mira, que me sé un truco nuevo!» Pero a David no le interesa, solo quiere su spinner y enfadado lo intenta recuperar. Entonces se oye la voz de un adulto que sentencia “A ver chicos, parad ya, ¡hay que compartir!”.
¿Os suenan este tipo de situaciones, verdad? Lo cierto es que desde que los niños son pequeños los adultos no dejamos de intervenir en estos momentos sentenciando ¡hay que compartir!. Aparentemente parece que el adulto tuviera la situación controlada y estuviera imponiendo una solución mágica ante estas situaciones conflictivas, compartir lo arregla todo, o al menos así parecen entenderlo muchos adultos. Pero nada más lejos de la realidad. Porque la realidad es que a nosotros los adultos nos han educado con esa misma sentencia y ahora como padres/madres o educadores replicamos aquel ejemplo, sin pensar que podamos estar equivocados y que exista una manera más apropiada y pedagógica para resolver estas situaciones.
De hecho, este tipo de intervención y lenguaje por parte del adulto, el cual impone el acto de compartir en cualquier situación, no solo es erróneo sino que es peligroso para la educación de nuestros hijos y alumnos.
¿Porqué es peligroso imponer a los niños que compartan?
Porque es en la primera infancia cuando empezamos a forjar nuestra personalidad y cuando empezamos a aprender a resolver los primeros conflictos entre iguales. Y son precisamente estas situaciones en que pedimos a los peques que compartan (situaciones en las que un niño quiere una cosa que tiene el otro, o a él le quieren quitar lo que tiene), los primeros conflictos que van a vivir los niños.
Si pensamos qué es compartir, hemos de darnos cuenta que es el acto de dar algo o parte de algo a alguien, dándose el disfrute simultáneo, o dejar algo a alguien para su uso alternativo. Por ejemplo, damos un trozo de bocadillo y ambos disfrutamos de él, o dejamos un juguete y lo usamos de forma conjunta o alternándonos.
En definitiva, ante el hecho de compartir, va implícito el valor de dar, es decir, el valor de la generosidad.
Así que cuando enseñamos a compartir, estamos enseñando un valor humano, por eso hablo de peligrosidad. Por que, ¿sabemos que son los valores humanos?, ¿eres consciente realmente de la importancia que tienen? No solo son importantes, sino que son necesarios e indispensables para vivir respetando el planeta y convivir en sociedad. Se podrían definir como los aspectos que nos llevan a hacer actos positivos con otras personas, animales, con la naturaleza o con el planeta, y que nos permiten convivir de un modo justo, favoreciendo los beneficios globales como sociedad.
Por lo que si enseñamos de la forma errónea a compartir, corremos el peligro de que el aprendizaje sea el contrario y estemos educando en el egoísmo, la superioridad, competitividad, la imposición…
Por lo tanto, compartir ha de ser libre y voluntario, y ha de ser positivo tanto para la persona que da como la que recibe.
Y entonces me diréis, ya Indi, y ¿cómo quieres entonces que les enseñemos a compartir si no les obligamos? Pues bien, tranquilos por que tenemos la manera de enseñarles el valor de compartir para que lo hagan de forma voluntaria. Lo primero es saber qué NO tenemos que hacer, porque cuanto más les obliguemos, menos estaremos mostrando el valor de dar, de compartir, en definitiva, de la generosidad. Así que:
- No le quites su juguete para dárselo al niño que lo está pidiendo.
- No hagas chantaje, expresando «si no compartes … no… » e imponiendo un castigo o acción negativa sino cede y comparte.
- No le obligues ni le presiones.
- No uses un lenguaje imperativo «comparte», «dale», » deja» o expresiones » tienes que/ debes/ hay que compartir».
- No en todas las situaciones son de sentido común compartir.
Hemos de pensar que la forma y actitud pedagógica de enseñar y educar a los niños en la generosidad y en el acto de compartir, ha de ser desde el respeto entre los iguales, y desde el respeto de nosotros como adultos hacia ellos los niños. De modo que es NUESTRA RESPONSABILIDAD enseñar, mostrar, dar ejemplo, explicar y guiar a los niños qué es compartir, qué significa, qué valor tiene, así como saber recibir o no recibir, y favorecer que todas las personas involucradas en la situación respeten las emociones, la voluntad y libertad de quien comparte y de quien pide o recibe.
Y ya para terminar y dejaros que reflexionéis sobre todo esto, ¿queréis saber desde qué edad debéis tener esto presente?, pues desde ya, tanto si tu hijo tiene 6 años, como si tiene 4, como si tiene 2… de hecho, cuanto antes mejor. Es un aprendizaje vital, es un aprendizaje que no tiene edad y que está presente desde el momento en que tu bebé empieza a relacionarse con sus iguales. Desde ese momento hemos de empezar a educar, lo primero respetando a tu bebé en sus interacciones con otros bebés.
Según la edad que tenga tu hijo/s o alumnos tendrás unas dudas u otras, y cómo guiarte y ayudarte será diferente, así que si quieres saber más no dudes en escribirme un mail a hola@indiretuerto.com , dejar un comentario aquí debajo, y estar súper atenta y atento a las novedades ? ¡traigo sorpresas!.
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