Entramos en la recta final del curso escolar y en muchos hogares reina la preocupación ante las notas de los últimos exámenes, las recuperaciones y las notas finales. Incluso parece que tenemos admitida socialmente la idea de fracaso escolar, llegando a ver normal que nuestros niños suspendan o incluso repitan curso. Lo alarmante es que esta idea cada vez se asocia con edades más tempranas y cada vez se hace más común que niños de seis o siete años suspendan, tengan que ir a varias actividades de repaso escolar e incluso se les planteé repetir curso. El fracaso escolar es un tema serio, amplio y que no podemos tomarnos a la ligera como a veces se hace. El fracaso escolar no es por que un niño sea vago, que parece que es la etiqueta que se les pone a todos los que no sacan los resultados esperados, o que no llegan al nivel esperado para su curso escolar. El fracaso no es por tanto un fracaso del alumno, el fracaso es de las didácticas, dinámicas o metodologías que se están empleando en los aprendizajes de dicho alumno. Por esta razón quiero hacer hincapié y vamos a ver la importancia de no etiquetar a ningún niño como incapaz o vago.
Dos sencillas razones para entender porqué no volver a considerar vago a tu hijo o alumno:
- Aunque a ti te parezca que tu hijo no se esfuerza porque no alcanza los resultados esperados, no hace lo esperado, no le gusta la materia, los deberes, o se distrae; es bastante probable que para tu hijo si sea un esfuerzo y él lo considere como tal. Porque aprender nuevos conceptos, hacer tareas complejas, repetir las mismas fichas cada día o leer cosas que no le interesan… supone esfuerzo. Así que aunque tú creas que no se esfuerza y que por tanto que es un vago, si le dices y le consideras un vago, cuando realmente él esté sintiendo que si se esfuerza ( de la forma correcta o no, eso es otra cuestión), solo estarás minando su autoestima y generando unas emociones negativas hacia tu hijo.
- Y si en un determinado momento tu hijo o alumno no muestra una buena disposición a hacer aquello que requiere esfuerzo o que constituye una obligación, lo que viene socialmente a definirse por persona vaga, hagamos la siguiente reflexión: nuestros hijos y alumnos están aprendiendo y del mismo modo que aprenden historia, ciencia, matemáticas, etc. aprenden a esforzarse. Por tanto, que un niño aprenda a desarrollar la capacidad de esfuerzo dependerá en gran medida del adulto, por eso, familias o profesores, si un niño creéis que es vago, quizá es que no le hemos enseñado bien cómo y por qué esforzarse. Así que en lugar de lo fácil, llamarle vago, exigirle cosas sin cesar y minar su autoestima; preguntémonos porqué es vago, que le gusta o que no y cómo enseñarle a esforzarse.
Vemos por tanto que unir fracaso escolar, exámenes, notas y deberes, con lenguaje despectivo y descalificador, como es determinar que son niños o alumnos vagos, que no les da la gana hacer nada, que así no llegarán a ningún sitio, o que no valen para nada, solo nos lleva a desmotivarles escolar y personalmente, impidiendo y bloqueando el aprendizaje . Lo que sin duda alimenta cualquier problema o dificultad de aprendizaje presente o genera un problema en sí mismo.
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