Como papás y mamás nos enfrentamos a muchas dudas a la hora de educar a nuestros hijos. A veces buscamos trucos, estrategias, métodos… pero sin fijarnos en la base de lo que será la educación. Y ésta será la clave de por dónde empezar. Una base que sentará los pilares de la educación que ofrecemos a nuestros hijos y que tiene relación con quienes somos.
Y ¿ por qué digo que se relaciona con quiénes somos ? Pues porque…
lo que pensamos, cómo actuamos, qué sentimos, cómo nos expresamos y qué actitud tenemos ante la vida, determina el ejemplo que mostramos a los demás. Y por ello, el ejemplo que ven en nosotros nuestros hijos, va a ser una de las primeras cosas que van a aprender.
Un factor importantísimo y que quizás a veces, con tantas dudas sobre cómo educar de la mejor manera, se nos pasa por alto. Así que antes de preocuparnos de qué pautas educativas seguir, (dudas que además surgen en cada una de las etapas por las que va a pasar tu hijo), vamos a centrarnos en el ejemplo que damos. De manera que tu ejemplo será la base o pilar desde la que les vas a ir enseñando, educando y guiando.
Este es además, un tema que no solo hace referencia a quienes sois papás o mamás, y por supuesto a profesores y profesionales dedicados a la educación y/o a la infancia, sino también a todos los adultos. Cada uno de nosotros como adulto y como parte de una sociedad, mostramos al mundo un ejemplo que tiene la capacidad de educar, positiva o negativamente, (ello depende de nosotros) pero todos somos agentes educativos. Y por lo tanto, aquí radica la importancia de valorar qué tipo de ejemplo somos para el resto de personas, y sobre todo para nuestros niños y niñas, jóvenes y adolescentes.
Creo que si reflexionamos mínimamente, todos estaremos de acuerdo en que por mucho que uno se empeñe en que un niño no tire las cosas cuando se enfada, si a nosotros nos ve arrojar con fuerza lo que tenemos en la mano, dar un golpe cuando algo nos sale mal, es más difícil que este niño aprenda a controlar ese impulso y a no reaccionar de esa menera. O si llegamos a casa y gritamos para que alguien nos escuche, ¿qué va a hacer un niño cuando quiera que le prestemos atención o le escuchemos?. Será más probable que imite este comportamiento en lugar de acercarse a la persona y hablarle tranquilamente. Del mismo modo que por mucho que insistamos a los niños que las cosas se tiran a la basura, o el semáforo se pasa únicamente en color verde, si por la calle nos ven tirar cosas al suelo o cruzar con el semáforo en rojo, nuestra insistencia y palabra será prácticamente inútiles… Lo hacemos con la mejor de las intenciones, quién no quiere educar a su hijo de la mejor forma posible, pero todos somos humanos y por tanto todos nos equivocamos. Sin embargo, está en nuestra mano la primera clave para aprender a educar positivamente, aprender quienes somos.
Conociendo quienes somos y qué ejemplo mostramos al mundo, sabremos por dónde empezar a educar. Si tu ejemplo no se corresponde con el tipo de educación y con lo que quieres enseñar a tu hijo, tendrás la oportunidad de rectificar, cambiar, aprender, reconducir y generar en ti el ejemplo que quieres que aprendan. Llevado a la práctica, podemos seguir estos pasos:
- Párate a observarte y escucharte. Descubre sinceramente (si aún no lo sabes) quien eres, cómo actúas, qué sientes y cómo lo expresas, cual es tu actitud, cómo te comunicas… acepta tanto aquello que te gusta como lo que no te agrada.
- Piensa ¿cómo quieres educar a tus hijos, qué quieres trasmitirles? ¿ qué cosas no crees que hagan bien y te gustaría que cambiaran y aprendiesen? Quizás gritan, tienen ansiedad, no te escuchan, tiran las cosas si se enfadan… Evalúa si algo de todo ello se ve reflejado en el ejemplo que les das.
- Acepta que no puedes educar o enseñar algo que es contrario al ejemplo que ven en ti. Por lo tanto, si tu hijo no te cuenta nada de cómo es su día en el cole y aunque insistes no obtienes respuesta. Pregúntate, ¿cuándo me ha contado algún detalle, lo escucho o le resto importancia? ¿ yo le cuento qué tal estoy o qué tal ha ido mi día?
- Interioriza para toda la vida que tu ejemplo y el ejemplo de quienes nos rodean son agentes educativos. Educamos con el ejemplo.
- Acepta, aprende y cambia en ti, aquello que sea necesario para educar y enseñar a tus hijos de la forma que deseas.
Por último y muy importante, no te culpes nunca. Nadie nos enseñó a ser papás o mamás, nadie nos enseñó que como adultos y sociedad también somos agentes educativos. Y sobre todo, no te olvides que nunca es tarde para aprender, para cambiar y rectificar nuestros errores. Los errores son simplemente oportunidades de aprendizaje.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado