El amor que le damos a nuestros hijos modifica su cerebro, es decir, cuanto más le demostramos nuestro amor, más se desarrolla su cerebro. Lo demostraron por primera vez, con pruebas concluyentes, investigadores de la Universidad de Washington, en un estudio realizado por la Escuela de Medicina de San Louis. En dicho estudio participaron 92 niños de unos 6 años de edad, con un seguimiento durante 7 años. Periodo en el cual los investigadores observaron cómo los padres se relacionaban con sus hijos (el estudio precisa que el 97% de la muestra estuvo compuesta por madres) determinando la importancia del amor, no solo cómo parte esencial para la felicidad y equilibrio emocional de los niños, sino también para el crecimiento del cerebro.
Tras los 7 años de estudio, todos los niños se sometieron a una resonancia magnética, pudiendo estudiarse los cambios producidos en algunas de las estructuras cerebrales. Apreciándose un mayor tamaño del hipocampo y obteniendo mejores resultados en competencias sociales, habilidades verbales y pruebas de comprensión emocional.
El área del cerebro modificada, el hipocampo, aumenta hasta un tamaño de casi un 10% en niños que han recibido cuidados, atención y cariño, especialmente por parte materna (según la muestra del estudio), con respecto a aquellos niños cuya relación emocional fue menos amorosa.
Por ello, cuando demostramos a nuestros hijos, especialmente en la infancia, todo nuestro amor y comprensión, contribuimos a que desarrollen un apego seguro, es decir, una relación en la que se sientan amados y protegidos. Este vínculo permite desarrollar en el niño herramientas y estrategias que necesitará durante toda la vida para afrontar con éxito los retos que se le planteen.
Esto se debe a que el hipocampo, situado en la parte media del lóbulo temporal, tiene como funciones principales la gestión de respuestas ante el estrés, así como los procesos de aprendizaje y memoria. Por lo que cuantos más besos, abrazos, contacto piel con piel, empatía, escucha, sonrisas, miradas y juegos, compartamos con nuestros hijos, mejor se desarrollará nuestro vínculo afectivo y su capacidad de aprendizaje.
Algunas veces, a los padres nos pueden entrar dudas, pudiendo entender el cariño o exceso de éste, como algo que hay que medir o controlar. Y de ello surgen frases como “si le mimas demasiado le malcrías” “ no le des tanto cariño” “él ya sabe que le quiero” o “no necesita tanto cariño, que sino se vuelve dependiente”. El amor es vital para el ser humano, y todo estímulo emocional positivo crea múltiples conexiones neuronales.
Así que veamos, ¿cómo creamos un vínculo afectivo seguro?, pues no olvides estas 4 pautas (las cuales han sido comprobadas científicamente), y sobre todo… amales incondicionalmente:
- Mantener un juego de apego con tu hijo, es decir un juego sensible. El juego de apego es aquel en el que ambos interactuáis, suele llevar a menudo risas y puede ser iniciado tanto por vosotros como por el niño. No precisa de juguetes, solo a vosotros, y puede suceder en cualquier lugar y cualquier momento. No tiene reglas y existen tantos juegos de apego como la imaginación quiera.
- Tenemos que ser sensibles y comprender sus emociones desde pequeños para satisfacer sus necesidades. Se sentirán seguros y protegidos cuando demos importancia a sus emociones y respondamos a sus necesidades. Olvida frases y actitudes como “ no le pasa nada”, “solo quiere atención”, “tiene cuento”, “no tiene importancia, no te preocupes” … para el niño, lo que le pasa si tiene importancia y por tanto para nosotros debe tenerla y él debe saber, sentir y ver que valoramos esa emoción.
- Es muy importante el contacto físico para desarrollar en los bebés este tipo de apego seguro. Llevarles en brazos, darles masajes, el porteo, las caricias, acunarles en nuestros brazos… sin duda crean una conexión especial con nuestro bebé.
- Cuanto mayor sea la disponibilidad emocional de los padres, mejor permitiremos un apego seguro. Se demostró en un estudio de la Universidad de Haifa, que si los padres estamos disponibles para hablar sobre nuestras emociones, empatizar y ayudar a nuestros hijos cuando lo necesitan, ellos desarrollan la confianza de saber que tienen a alguien a quien recurrir, dándoles la seguridad que necesitan para explorar, equivocarse, y volver a intentarlo. Es decir, la base del aprendizaje.
Por ello, papis y mamis, os invito a no dejar de jugar, reír, acariciar y abrazar a vuestros bebés y niños. Y recordad que el amor y cariño no tiene edad, hablar de apego seguro no es solo para los bebés, y nuestros niños a medida que crecen siguen necesitando nuestras muestras de amor, nuestra sensibilidad y empatía.
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